«Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de
quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes
trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por
el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo
protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están
protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la
honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a
equivocarse, que su sociedad está condenada.»
(Ayn Rand)